15 junio 2006

El museo del vino

La pasada semana estuve de vacaciones y pasé unos inolvidables días con mi querida V. en tierras catalanas. La excusa del viaje fue aprovechar que V. había estado por aquí pasando el fin de semana y como se volvía el domingo a su patria adoptiva, pues me subí con ella. Y aunque la intención del viaje no era ésa, finalmente he acabado disfrutando de unos días de turismo enológico, ya que la zona donde ella reside es eminentemente vitivinícola y da nombre a una de las Denominaciones de Origen más prestigiosas del mundo: la D.O. Penedés. Allí, además de producir caldos (vinos y cavas) de una calidad indiscutible, miman admirablemente su tradición enológica y han creado toda una "industria" paralela de turismo cultural para los amantes del vino.

Una buena prueba de que este mundillo me está atrapando con fuerza (mucha más de la que me podía imaginar cuando me embarqué en este proyecto) es que allí he disfrutado como un enano. (La verdad es que nunca he sabido muy bien de dónde saldrá esa expresión de "disfrutar como un enano", ya que los enanos no creo que sean especialmente felices. De hecho, hay un asunto que me obsesiona desde hace tiempo, y es el altísimo índice de suicidios entre los actores enanos, ya que muchos de ellos eran ricos y famosos y sin embargo aparentemente eran incapaces de disfrutar de sus vidas como estrellas de la pantalla y decidieron acabar con ellas prematuramente). Bueno, que me desvío del tema; decía que disfruté como un cabrón (y pienso yo: si un cabrón es aquel al que su mujer le pone los cuern… ¡basta!).

La cuestión es que estuvimos en Sant Sadurní d’Anoia tierra de grandes cavas donde visitamos "La Casa del Cava", una tienda especializada en estos menesteres que abastece a profesionales y connaiseurs donde aluciné con la cantidad de cachivaches diferentes que se comercializan específicamente para este arte. Como souvenir, y debido a mis estrecheces económicas, sólo pude traerme un bonito póster compuesto de ilustrativas fotografías de un racimo de cada una de las 72 variedades de uva más comunes por estos pagos.

Pero donde más disfruté fue en el "Museo del vino" de Vilafranca del Penedès. Aunque forma parte de todo un complejo museístico (con pinacoteca, museo arqueológico, colección ornitológica y hasta un lapidario) en realidad el del vino es la "joya de la corona", el que más espacio ocupa y -supongo- el más visitado (aunque si no me equivoco porque no llegué a comprobarlo por falta de tiempo, la entrada te permite el acceso a todas las salas). Este museo está ubicado en un impresionante palacio gótico medieval rehabilitado con mucho respeto por el espíritu original, y su visita resulta realmente espectacular. Según vas pasando por las innumerables salas vas disfrutando de la historia del vino, con sus letreros explicativos, dioramas, maquetas, ilustraciones, fotografías de época, etc, etc…

Unas enormes salas albergan barricas y toneles de todas las épocas imaginables y allí también se puede apreciar la evolución del instrumental vitivinícola a lo largo de la historia. También cuentan con una enoteca, con auténticas joyas embotelladas; una estancia con aperos de labranza y herramientas viticultoras de distintas épocas; y hasta un instructivo apartado dedicado a la criatura más temida en todo el universo vitícola, el auténtico supervillano de los viñedos: la filoxera.

Mi visita finalizó con un recorrido por la colección pictórica compuesta por piezas de todas las épocas dedicadas exclusivamente a la uva y su derivado (esta colección es independiente de la gran pinacoteca consagrada al arte en general). Y por último el museo te invita a una degustación de un excelente vino de la tierra, tras la cual te regala como recuerdo el vasito en que lo has bebido, que está grabado con motivos relativos al museo. Mientras degustaba el vino tuve una instructiva charla con uno de los guías del museo, y tras hacer acopio de todas las publicaciones, guías y pasquines que había allí expuestas abandoné el lugar totalmente henchido de satisfacción. Si tenéis oportunidad de visitarlo no lo dudéis, aunque no os apasione especialmente el asunto porque el lugar realmente es digno de verse y la entrada sólo cuesta 3 míseros euros (cata y vaso incluidos).

Por escasez de tiempo yo sólo pude visitar Sant Sadurní y Vilafranca, pero allí distribuyen unas espléndidas guías gratuitas detallando "Las rutas del vino y el cava" con decenas de destinos interesantísimos donde, como ya he dicho, se toman muy en serio esto del turismo enológico. Mi enhorabuena por ello.

10 junio 2006

Las razas del vino

No hace mucho, mientras comentaba con Cripema los efectos secundarios (entiéndase resaca) que nos habían dejado las dos botellas de un vino rosado de cuyo nombre no quiero acordarme, que habían caído en el transcurso de una cena con amigos en un restaurante la noche anterior; nuestro jefe (y sin embargo amigo) que nos estaba escuchando, sentenció tajantemente: “No sé cómo podéis beber vino rosado. Pero si eso es una mierda que lo hacen todo con química y potingues”. Me dejó estupefacto esta vulgar demostración de racismo enológico de lo más esnob, pero no me molesté en refutarle. Y digo "racismo enológico" porque como ya vimos en su momento, la enología es “el conjunto de conocimientos relativos a la elaboración de los vinos”, y ese comentario intempestivo demostraba un absoluto desconocimiento de esto que acabamos de definir, al menos en lo referente a una de sus razas. Por desgracia es un error bastante extendido, así que, para que de ahora en adelante nadie de los que esto leéis vuelva a cometer semejante herejía, a continuación describiremos lo que he bautizado como las “razas” del vino; ya que hablaremos de los vinos por su color y cómo se obtiene éste, y no de los “tipos” de vinos, que son muchos y ya se irán viendo a su tiempo.

Ya vimos en su momento que el vino procede de la fermentación de los azúcares que contiene la pulpa del grano de uva (glucosa y fructosa en su mayoría) al contacto con las levaduras presentes en la pruina del hollejo (la piel). Pero el contacto de los hollejos con el mosto tiene también otro cometido y es colorear –o no- el vino. De la gran cantidad de variedades de uva que hay en el mundo, todas pertenecen necesariamente a una de las siguientes dos razas: o son blancas o son tintas. Pero hay una cosa sorprendente, que debería servir de reflexión a los racistas, y es que la pulpa de las uvas, tengan el color de piel que tengan, es blanca (excepto raras excepciones de variedades de uva tinta que tienen, además del hollejo, la pulpa coloreada). Por lo tanto el mosto de la inmensa mayoría de las variedades de uva es blanco y el color del vino resultante de ese mosto tras fermentar dependerá del contacto o no con los hollejos durante la fermentación (que ya se ha iniciado una vez pisado el grano y al entrar en contacto la pruina con la pulpa, sin necesidad de prolongar el contacto con la piel).

Al proceso de dejar en contacto los hollejos con el mosto se le llama maceración. Según la 2ª acepción de la RAE macerar es “mantener sumergida alguna sustancia sólida en un líquido a temperatura ambiente, con el fin de ablandarla o de extraer de ella las partes solubles”. Estas sustancias solubles son las materias colorantes que posee el hollejo tinto, que van coloreando el mosto mientas dure la maceración, que es paralela al proceso de fermentación.

Dicho esto queda entendido que el vino blanco puede proceder de uvas blancas o de uvas tintas (de pulpa no coloreada, que son la mayoría) retirando los hollejos del contacto con el mosto antes de que lo tinte. En España debido a la gran cantidad de uva blanca disponible no se suele emplear la segunda opción en la elaboración de vinos blancos, pero en otros países es práctica muy común. Por ejemplo la mayoría de la gente desconoce que la práctica totalidad de los champagnes están elaborados con uvas tintas aunque el color de líquido resultante sea "blanco" (se denomina blanco aunque salta a la vista que no lo es).

Al elaborase los vinos blancos fermentando el jugo de la uva separadamente de los hollejos (sean blancos o tintos), tanto el mosto como el vino resultante tras la fermentación son de color amarillo. Y en la raza blanca de los vinos entran tanto los ya mentados vinos blancos con todas sus variedades imaginables, como los cavas y hasta los vermuts blancos (que también son vinos, por cierto, como ya veremos).

Los vinos tintos son los más consumidos (con diferencia) y proceden de uvas tintas; es decir, de aquellas en las que al menos su hollejo es de este color, garantizando que durante la maceración coloreará el mosto. Y no sólo lo coloreará sino que le aportará aromas y otras sustancias responsables de sensaciones como la tanicidad, de las que ya hablaremos.

Los vinos rosados se fermentan como los blancos sin contacto con las pieles, pero su mosto procede de la mezcla de uvas de pulpa blanca y uvas de pulpa tinta o sólo de pulpa tinta, y encima se les somete a una especie de maceración previa a la fermentación alcohólica, que se denomina estrujado, y que consiste en una trituración severa (pisado) de las uvas con el fin de obtener del hollejo antes de retirarlo, sustancias como los pigmentos rojos que le darán ese color tan característico del vino rosado. O sea, que de química nada de nada y, de hecho, hay muchísimos vinos rosados que cumplen con todas las exigencias de calidad propias de la clasificación legal que les corresponda, ya sea DOC (Denominación de Origen Calificada), DO (Denominación de Origen, a secas), Vino de la Tierra o Vino de Mesa (por riguroso orden decreciente de exigencias de calidad en la elaboración, que no de calidad intrínseca del producto -como ya veremos más adelante- porque aún hay gente a la que no le entra en la cabeza que existen vinos de la Tierra, incluso vinos de Mesa, que no tienen nada que envidiar, e incluso superan en calidad, a otros de superior categoría oficial, y todo porque simplemente no cumplen con los exigentes requisitos para obtener esas certificaciones, pero cuya calidad de producto final puede ser excelente).

Por último, no se debe confundir los vinos rosados con los claretes (error éste muy extendido en nuestro país), ya que los claretes son vinos elaborados en zonas con grandes excedentes de uva blanca, donde si embargo el mercado reclama mayoritariamente vinos tintos pero al no haber suficiente uva tinta para abastecer la demanda se procede mezclando uvas blancas y tintas, por lo que este vino (ya que estamos hablando de razas) sería el "mulato". Se elaboran como los tintos normales, es decir, macerando los hollejos con el mosto, pero al no ser todas las pielas tintas, éstas no tienen suficiente poder de coloreado para tintarlo del todo, resultando un vino tinto de color muy clarito; de ahí su nombre "clarete". Por lo tanto no se debe confundir este vino con el rosado, ya que el clarete nace con vocación de tinto (y se elabora como tal) pero se queda a medio "pintar". No obstante, estos vinos están en franca regresión a pesar de que hace años aquí en España se consumían bastante.

03 junio 2006

La D.O. Costers del Segre

Nuestra corresponsal en Llavorsí (la añorada Rosabel) ha tenido el bonito detalle de hacernos llegar el programa de actos de la 1ª Muestra de vinos de la D.O. Costers del Segre, que tendrá lugar mañana domingo 4 de Junio en Montsonís (Lérida).

Es el siguiente (transcribo literalmente):

10:00 h. Inicio de la muestra.
11:00 h. Acto de inauguración de la muestra.
12:00 h. Cata de vinos gratuita a cargo de Kilian Vadnov (enólogo) para los primeros 20 inscritos.
14:00 h. Descanso de la muestra.
16:00 h. Reapertura de la muestra.
17:00 h. Cata de vinos gratuita a cargo de Kilian Vadnov (enólogo) para los primeros 20 inscritos.
20:00 h. Fin de la muestra.

Las bodegas de la D.O. Costers del Segre que han confirmado su participación en la muestra son:


- La Agropecuaria l’Olivera de Vallbona de les Monges: destacada por su obra social, teniendo la mayor parte de su plantilla con gente disminuida.

- La Vall de Baldomar: ampliamente reconocida por sus vinos rosados de manos de Don Joan Milà.

- Casa Patau de Menàrguens: es una pequeña bodega familiar que elabora vinos siguiendo un proceso de vinificación artesano hasta su embotellado.

- Casa Pardet de Verdú: bodega que elabora vinos ecológicos.

- Castell del Remei: la bodega con más antigüedad que podremos encontrar en la muestra.

- Jaime Bonet Minguella de l’Ametlla de Segarra: explotación familiar que elabora el vino procedente únicamente de su cosecha.

Las bodegas ofrecerán la degustación de sus caldos. En la muestra también se podrán adquirir los diferentes vinos de las bodegas.

Para hacer las degustaciones de los vinos de las bodegas de la D.O. Costers del Segre, se pondrán a la venta unos tiquets al precio de 5 euros que darán derecho a probar 6 vinos.

Durante todas las horas de la feria estará abierto el Castillo de Montsonís y la agrotienda, para combinar la muestra de vino con las visitas guiadas al castillo y la degustación de otros productos naturales de la zona.

Esta muestra está enmarcada en las actividades que realiza la Fundació Castells Culturals de Catalunya para promover la conservación y rehabilitación de los castillos catalanes. El mundo del vino siempre ha estado muy ligado a las tradiciones, la cultura y el patrimonio, en este caso el entorno del Castillo de Montsonís pensamos que es un marco adecuado para potenciar la D.O. Costers del Segre.

La muestra se organiza con el apoyo de la C.R.D.O. Costers del segre y del INCAVI.

Para más información y reservas: Telf. 973 40 20 45 ó en www.castellsdelleida.com